Sentimientos cinéfilos...

martes, 21 de octubre de 2008

Kuhle Wampe (1932), de Slatan Dudow

La ebullición política de la primera posguerra generaba un sinfín de manifestaciones en Alemania. El resentimiento social y nacionalista por el orgullo dañado a manos de sus odiados vecinos europeos aumentaba el descontento de los germanos ante una República de Weimar cada vez más impopular. La inflación y el desempleo se esparcían rápidamente en las clases más pobres.
En este contexto, la debilitada socialdemocracia alemana buscaba mantenerse en el poder y continuar captando a la masa asalariada cada vez más insatisfecha. El nacionalismo racista y totalitario, personificado en un psicópata de pequeños bigotes llamado Adolf Hitler, avanzaba para recuperar la dignidad perdida.
En el otro extremo, el Partido Comunista teutón buscaba quitarle prestigio a los socialdemócratas, en lugar de buscar un consenso en el seno de la izquierda que evitase el crecimiento electoral de los nazis.
Una de las armas preferidas para la propaganda política era el cine. En pleno auge sonoro, los partidos políticos utilizaban filmaciones para captar más votantes y atacar a los opositores.
Así, el dramaturgo y poeta Bertold Brecht escribió el guión de Kuhle Wampe - o ¿A quién pertenece el mundo?-, dirigida por Slatan Dudow y música de Hanns Eisler.
Con la ayuda financiera del Partido Comunista, la película mostraba las opciones que la organización marxista del Estado podía ofrecer a un pueblo alemán azotado por la crisis y no los caducos partidos pequeños burgueses que alargaban la agonía del trabajador.

El suicidio y la solidaridad
La desocupación es el leit motiv de la película. ¿Qué hacer ante tal desoladora situación?
Una típica familia trabajadora alemana busca subsistir a pesar del apremio económico que viven día a día. Uno de sus dos hijos, un muchacho veinteañero, busca infructuosamente un empleo que le permita continuar aportando dinero en la desgastada economía familiar. Ante la reducción de su subsidio por desempleo, decide arrojarse por la ventana.
De esta manera, el director de la película – un joven búlgaro que había estudiado arte dramático y cinematografía en Berlín -, comienza a dibujar una situación desesperante donde la ironía no queda afuera: uno de los títulos intermedios se llama "Un desocupado menos" (Ein Arbeitsloser weniger).
¿Es la única salida el suicidio de la masa obrera cuando la desocupación se esparce rápidamente? ¿El suicidio se comporta como una metáfora del poco involucramiento de los trabajadores en la política ante la desidia estatal? Tanto Brecht como Dudow dejan claro su manifiesto propagandístico: si la clase obrera continuaba ejerciendo su poder de lucha de tal manera, iba camino a su autodestrucción. Así, el suicidio del muchacho se transforma en un suicidio colectivo, de clase.
Fue esta primera parte de la película la que motivó la censura el año de su estreno. En el texto de justificación, el Comité de censura afirmaba que el filme transmitía un espíritu pesimista al “presentar al suicidio como típico, como algo referido no a tal o cual individuo, sino como el destino de toda una clase social”.
Anni, la otra hija, es quien toma las riendas del hogar. Pero su magro sueldo no alcanza para cubrir los gastos de la vivienda. Su novio Fritz le recomienda el campamento de desempleados Kuhle Wampe. Allí, las discusiones políticas asumen un papel fundamental. Los más ancianos todavía confían en la socialdemocracia alemana. Los más jóvenes, críticos de sus padres y abuelos, se preguntan por qué continuar creyendo en los viejos valores pequeños burgueses. Por ello se aferran al quiebre total del sistema que los lleva a la alienación y al suicidio.
El aborto también aparece cargado de simbolismo. En el campamento, Anni, embarazada de Fritz, no sabe qué hacer con su futuro hijo. Mientras su novio intenta convencerla de que aborte, un amigo la persuade para que piense en la idea de tenerlo. Es aquí donde Brecht marca un quiebre con el suicidio de la primera parte. Ahora un niño nacerá en un mundo donde los trabajadores podrán lograr todo lo que se propongan. Nacerá en un mundo nuevo.
Con la reconciliación de la pareja, se inicia la tercera parte, donde los personajes principales comienzan a perder protagonismo en pos de la masa obrera y los pequeños burgueses. La solidaridad y el deporte son los elementos unificadores de las nuevas expectativas de clase. Canciones y hermandad dibujan un marco de esperanza. Pocos años más tarde, Hitler y sus secuaces captarán el deporte y lo enmarcarán dentro de sus racistas rituales.

Sensaciones
Luego de una intensa labor deportiva, la juventud alemana regresa a sus hogares en el tren. Dirigida por Brecht, esta escena constituye el epílogo de la película. Un debate entre extraños sobre el mercado mundial del café describe las diferentes clases sociales: los jóvenes idealistas y revolucionarios, el neutral, el burgués, dos amas de casa instaladas en sus burbujas sociales.
La discusión se torna áspera: el burgués, irónico, busca explicar las consecuencias del aumento del precio del café en “nosotros”, es decir, en los alemanes. La rispidez aumenta. Éste acusa a uno de los jóvenes de politizar la conversación/discusión. Se señalan. Se reprochan. Las amas de casa continúan hablando del café como producto de la cocina, sin mencionar a la economía mundial.
Hay aires de cambio en las palabras del joven. Pero señala quienes no provocarán ese cambio: el burgués, el neutral, un viejo socialdemócrata y las amas de casa están satisfechos tal como están. Con ínfulas, el burgués pregunta quiénes van a lograr ese cambio. “Los que no están satisfechos”, contesta una joven.
La insatisfacción de la clase trabajadora se incrementaba. Es en este punto donde la pluma de Brecht mejor luce. Así, lleva su teatro épico al plano del cine.
Silenciada en 1932 y luego prohibida totalmente con la llegada del nazismo al poder, Kuhle Wampe constituye la utopía cinematográfica más lograda de la Alemania de entreguerra. Para el intelectual alemán Siegried Kracauer fue “el primer y último film alemán que llegó a expresar abiertamente un punto de vista comunista, una verdadera película independiente, producida con las mayores dificultades”.
Las dificultades se acrecentaron en sus hacedores. Perseguidos por el régimen nazi, Brecht, Dudow y el músico Eisler se exiliarán en diversos países para continuar brindando su arte al mundo.

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